La producción de metales para uso en baterías y en otros sistemas de producción de energías limpias, como litio, cobalto, grafito y níquel, deberá que aumentar en casi un 500% para 2050 para satisfacer la creciente demanda.
Según el Banco Mundial, se necesitarán más de 3 mil millones de toneladas de minerales y metales para desplegar energía eólica, solar y geotérmica, así como el almacenamiento de energía requerido para la transición a una economía baja en carbono.
Muchos de los minerales críticos utilizados para fabricar baterías para vehículos eléctricos se encuentran en países subdesarrollados. El objetivo del Banco Mundial es ayudar a esas naciones a extraer esos productos de manera sostenible para evitar daños ecológicos importantes.
Algunos minerales, como el cobre y el molibdeno, se utilizarán en una variedad de tecnologías, mientras que otros, como el grafito y el litio, pueden ser necesarios solo para el almacenamiento en baterías. Cualquier cambio en el despliegue de tecnología de energía limpia podría tener consecuencias significativas en la demanda de ciertos minerales. Cuanto más ambiciosos sean los objetivos climáticos, más minerales y metales serán necesarios.
El cobalto del Congo. Ya en mayo de 2019 el fabricante de automóviles eléctricos Tesla advirtió una posible escasez mundial de minerales que son clave para fabricar baterías.
Sarah Maryssael, gerente global de suministros de metales para baterías de Tesla, dijo que la automotriz ve una escasez de minerales clave como el níquel, el litio y el cobalto. La fabricación de baterías requiere del abastecimiento de materiales con los que hoy en día se especula y que alcanzan precios desorbitados ante una demanda que crece más rápido que la capacidad de producción.
Las mayores reservas mundiales de cobalto se encuentran en la República Democrática del Congo (RDC), un país en conflicto y donde se incumplen los derechos humanos a través del trabajo infantil, entre otras muchas realidades.
Por ello las automotrices están empezando a asociarse con proveedores que extraigan el cobalto fuera del país centroafricano y cada vez toman más importancia las minas australianas, estadounidenses y marroquíes. Freeport-McMoRan Inc, el mayor productor de cobre que cotiza en bolsa en el mundo, se está expandiendo en los Estados Unidos e Indonesia.
El problema de la escasa trazabilidad de los elementos que componen las baterías de los vehículos eléctricos (y de todos los dispositivos electrónicos) se ha vuelto tan importante que la Bolsa de Metales de Londres, que es el mercado de referencia para los metales y minerales, ha lanzado una iniciativa que podría expulsar para 2022 a las marcas mineras que no aseguren que metales como el cobalto no provienen del trabajo infantil, la corrupción o de la explotación de personas.
Los precios. La exuberancia sobre el futuro de los vehículos eléctricos condujo a una sobreoferta de metales como el litio y el cobalto, lo que provocó que los precios cayeran más de la mitad de sus picos de 2018. Entonces, justo cuando algo de optimismo regresaba a los mercados, la pandemia de coronavirus desencadenó una desaceleración de la demanda que nubló las perspectivas de recuperación de esos metales y el níquel.
Si bien las previsiones a corto plazo se han reducido, las perspectivas a largo plazo siguen siendo impresionantes. Bloomberg predice que las ventas mundiales de vehículos eléctricos volverán a crecer en los próximos años, pasando de dos millones el año pasado a 8,5 millones en 2025, y luego subirán a unos 26 millones en 2030.
Se espera que el mercado mundial de cátodos para baterías de iones de litio, el tipo más común en automóviles recargables, alcance los US$ 58.8 mil millones para 2024 de US$ 7 mil millones en 2018, según un informe de las Naciones Unidas. Los analistas de Citigroup esperan que los precios del litio aumenten aproximadamente un 42% de acá a 2022 gracias esa creciente demanda de vehículos eléctricos impulsada por los incentivos chinos y europeos.
En el mercado del níquel apto para baterías, el analista de Bloomberg Allan Ray Restauro, espera un equilibrio estrecho en los próximos dos o tres años a medida que aumente la demanda de baterías de iones de litio. Dice que podría haber un déficit significativo en 2023, cuando los precios comenzarían a recuperarse.
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