9 de noviembre de 2010
El Banco Central de los Estados Unidos, la Reserva Federal (Fed), informó el miércoles 3 que comprará bonos del Tesoro por valor de US$ 600 mil millones, en un nuevo esfuerzo por revitalizar la economía del país. La compra se llevará a cabo desde ahora hasta junio de 2011, a razón de unos US$ 75 mil millones por mes. Este plan se suma a la ya anunciada inyección por la Fed de entre US$ 250 mil y 300 mil millones en la reinversión de ingresos en su cartera hipotecaria.
El propósito de la Fed es provocar una disminución en las tasas sobre las hipotecas y otras deudas. Con la compra de bonos, la Fed también persigue que, al abaratarse el crédito, se incentive la creación de empleos y se aumente el gasto de las familias, a fin de estimular la recuperación económica, que sigue siendo lenta.
El banco central estadounidense recortó sus tasas de interés en préstamos a un día a niveles cercanos a cero en diciembre del 2008 y ya ha comprado cerca de US$ 1,75 mil millones en bonos y deuda hipotecaria desde entonces para apuntalar la economía.
Pero los funcionarios de la Fed creen que otra ronda de compra de activos, esta vez enfocada sólo en bonos del Tesoro, es necesaria para reducir el desempleo y frenar los riesgos deflacionarios. La medida se conoce como flexibilización cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés) porque aumenta la cantidad de dinero en circulación. Este nuevo programa ha sido llamado QE2, ya que el primero fue la compra de bonos y deuda durante la crisis.
Las autoridades del país se encuentran descontentas con el desempeño de su economía. Con una tasa de desocupación estancada en 9,6% y la inflación subyacente avanzando a su tasa más lenta desde la década de 1960. La economía estadounidense creció a un modesto ritmo del 2,0% anual durante el tercer trimestre. Si bien esto representa una mejora en el crecimiento del 1,7% anual observado entre abril y junio, es un número inferior al crecimiento anual de 3,7% registrado en los tres primeros meses del año.
En conjunto, estas tasas de crecimiento están por debajo de los porcentajes históricos contabilizados por la economía de EE.UU. durante recuperaciones de recesión. El crecimiento es aún muy lento como para reducir el alto desempleo.
Cifras oficiales muestran que la economía perdió 95.000 empleos en setiembre, cuando la reducción del sector público superó la contratación del sector privado. La cifra casi dobla a la del mes de agosto, en el que se perdieron 54.000 empleos.
En otro frente de preocupación para el banco central estadounidense, la inflación, avanza por debajo de la meta de entre 1,7 y 2,0% anual. Durante el tercer trimestre, la inflación subyacente, que elimina los volátiles medidores de precios de alimentos y energía, subió a una tasa anual del 0,8%, su segundo menor valor desde 1962.
La economía estadounidense podría estar entrando en la “trampa de la liquidez”, una combinación de tasas de interés próximas a cero y demanda de dinero insensible a las variaciones en las tasas. En esa situación las inyecciones de dinero por parte de la autoridad monetaria no consiguen hacer bajar más las tasas y la política monetaria se vuelve inútil para estimular la actividad económica.
Para Ben Bernanke, presidente de la Fed, esta posibilidad ha sido motivo de preocupación desde hace tiempo. Viene a la mente cada vez que se leen análisis acerca de Japón, donde una deflación relativamente moderada estuvo asociada a años del crecimiento lento, desempleo alto y problemas financieros aparentemente insolubles, en lo que se conoce como la ushinawareta jūnen, la “década perdida” que siguió al colapso económico en la década de 1990.
Si bien la deflación en los Estados Unidos es poco probable, no se debe descartar enteramente. Tasas de interés nominales cercanas a cero acarrean serios problemas a la economía. En un período de deflación el costo real de un préstamo puede llegar a ser prohibitivo. La inversión en capital, las compras de nuevos inmuebles y otros tipos del gasto caen, empeorando la recesión.
Más allá de sus efectos adversos en los mercados financieros y en los prestatarios, la tasa de interés nominal de cero trae otro problema: la limitación que impone a la política monetaria convencional. Bajo condiciones normales, los bancos centrales aplican la política poniendo un objetivo a la tasa de interés a corto plazo, tasa que se toma como referencia en las transacciones de valores. Cuándo la tasa de interés toca cero el banco central no puede usar más la tasa para hacer política monetaria.
Las opiniones acerca de qué tan efectivo será el QE2 para combatir los problemas actuales y prevenir una posible deflación están divididas. Algunos analistas ven necesaria la intervención de la Fed para apuntalar la economía. Para Michael Hanson, del Bank of America Securities-Merrill Lynch, “este compromiso inicial es necesario para ampliar el repunte de las condiciones financieras”. Pero algunos expresan dudas sobre la magnitud de la intervención necesaria para lograr el efecto deseado. De acuerdo a esta corriente, la Fed tendría que inyectar mucho más de los US$ 600 mil millones para que haya un impacto significativo. De hecho, la primera ronda de QE fue mucho más grande y aún no hay pruebas contundentes de su incidencia en la salida de la recesión.
Otros creen que el efecto será poco debido a que los intereses ya están a su nivel histórico más bajo. “Cuando se tienen tasas de interés tan bajas como lo están ahora, no se puede bajar mucho más, por lo que no veo un resultado apabullante de esta medida”, dijo el ex presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker. Además, hay quienes argumentan que la QE1 tuvo poco impacto en la demanda de los consumidores y en el estímulo al crédito.
Los más críticos aseguran que la medida generará una inflación más alta en el mediano plazo y un aumento insostenible de los precios de los activos, lo amenazará la estabilidad financiera en el futuro. Incluso, la medida también podría agravar la debilidad del dólar, un tema que molesta a muchas economías del mundo, en especial en Europa y Asia, ya que un dólar débil hace más competitivos los productos estadounidenses en los mercados.
"Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez". Martin Luther King
La Fed contra la trampa de la liquidez
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