Marenales: entre Urukagina y el milenarismo

6 de noviembre de 2010

Urukagina gobernó Lagash, ciudad-estado de la Mesopotamia, entre 2360 y 2380 A.C.. Sustituyó en el gobierno al rey Lugalanda, que por motivos que se desconocen se apartó del trono. Urukagina no pertenecía ninguna línea dinástica, pero no parece que su llegada al poder hubiese estado marcada por hechos violentos.

Es conocido por sus amplias reformas (para la época) contenidas en inscripciones conocidas como “códigos”. Estos códigos no son, como a veces se piensa, códigos legales, como tampoco lo fueron inscripciones posteriores más famosas, como las de Lipit-Ishtar (1934-1924 A.C.) y Hammurabi (1728–1686 A.C.).

El código de Urukagina contiene una lista de antiguas prácticas consideradas “abusos de poder” cometidos en su mayoría por la familia real o por sus funcionarios sobre la población o los sacerdotes, una descripción de las soluciones propuestas a estos “abusos” y el anuncio de la liberación de ciudadanos encarcelados, de la protección de viudas y huérfanos y de la construcción de un canal.

Conocí a Urukagina leyendo el libro “Marenales: Diálogos con el dirigente histórico tupamaro” de Sergio Márquez Zacchino. 150 de las 185 páginas del libro están dedicadas a contar anécdotas del pasado guerrillero del entrevistado. Pocas se dedican a la actualidad y al pensamiento presente del MLN o del MPP. De la lectura de lo poco que hay se puede reafirmar la idea de que la “barra” del MLN prácticamente no ha evolucionado ideológicamente.

Marenales se defiende: “nos acusan de sesentistas (pero) se equivocan, somos milenaristas”. Y a renglón seguido cita a Urukagina: “Quizá algunos de los que nos tildan de sesentistas ni siquiera conocen los textos del marxismo y mucho menos a los grandes hombres de la humanidad, tal es el caso de Urukagina”. Pero Urukagina es una anécdota. Lo no anecdótico es que Marenales defina al MLN como marxista milenarista.

El milenarismo lo sostienen grupos religiosos, sociales o políticos que aseguran que sobrevendrá una gran transformación de la sociedad, después de la cual todo cambiará. Es una variante del milenarianismo basado en un ciclo de 1.000 años en el que creen muchas sectas y religiones.


Los grupos milenaristas afirman que la sociedad actual es corrupta o injusta y que pronto será destruida por una fuerza poderosa. Las reglas económicas imperantes generan opresión y sólo cambios dramáticos cambiarán el mundo. Esos cambios serán implantados por los “fieles”.

En su libro “Misa negra: La religión apocalíptica y la muerte de la utopía”, el filósofo inglés John N. Gray sostiene que el milenarismo, surgido de las ideas apocalípticas de los primeros cristianos, invadió la ilustración y se trasladó a los proyectos utópicos de los siglos XIX y XX, tanto de izquierda (el Terror de la revolución francesa y el comunismo) como de derecha (el nazismo y la guerra contra el terrorismo internacional).

La idea mesiánica y utópica de advenimiento de un mundo mejor tendría su génesis en los inicios de la religión católica y del cristianismo. En esos principios religiosos occidentales estaría contenida la idea de progreso social e histórico, que Gray critica. Los proyectos utópicos seculares modernos contienen los principios religiosos de progreso hacia una sociedad ideal, perfecta, utópica que puede y debe construirse desde el poder.

Pues bien, según Marenales, el MLN sigue firme en su utopía marxista, aunque no piensa que “la caída del capitalismo se vaya a dar mañana mismo”. Es más, pese a las viejas rivalidades con el Partido Comunista, ahora dice coincidir con éste en la necesidad de un cambio profundo de la sociedad. Y hasta habla de “conformar un polo de izquierda en el Frente Amplio”.

Y ahí cuando dice “polo de izquierda dentro del FA” nos asalta la duda: ¿para Marenales el FA no es izquierda? Más adelante él mismo responde cuando se refiere al gobierno de Tabaré Vázquez. Dice que el gobierno de Vázquez no fue de izquierda, que fue un “batllismo de tono menor”.

Como dice Gray, las utopías basadas en el milenarismo han sido nefastas y las actuales no resultarían peligrosas si sus representantes más radicales no alcanzaran el poder. Pero si éstos llegaran e ideologizan su actuación, perdiendo realismo y actuando como mesías salvadores, producirían proyectos imposibles, apocalípticos y sangrientos.

El MLN ya alcanzó el gobierno. Por ahora Mujica no parece haber ideologizado demasiado su actuación ni perdido realismo. Por ahora las ideas esclerosadas de la “barra” no parecen obsesionar a Mujica. Por ahora.

No hay comentarios: