13 de octubre de 2010
La semana pasada, en una entrevista concedida al diario londinense Financial Times, el director-gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, advirtió que podría desencadenarse una guerra entre divisas si los gobiernos se empeñan en resolver sus problemas internos manipulando los tipos de cambio. “Ha comenzado a circular la idea de que pueden utilizarse las monedas como arma de política (económica)”, afirmó el funcionario francés. “Si llegara a traducirse en acciones concretas, esa idea representaría un riesgo muy grave para la recuperación mundial…Tendría un impacto negativo y muy dañino a largo plazo”, agregó.
Strauss-Khan lanzó su advertencia poco antes de que el yen se depreciara en los mercados de divisas tras la decisión del Banco de Japón de recortar la tasa de interés, de proponer un nuevo fondo para la compra de letras del Tesoro y otros activos y de comprar dólares por primera vez en seis años.
Casi simultáneamente, el ministro de Hacienda de Brasil, Guido Mantega, en un discurso ante industriales de San Pablo, sostuvo que el mundo se encuentra en una “guerra cambiaria internacional”, ya que los gobiernos intentan debilitar sus monedas para aumentar la competitividad de sus exportaciones. Los comentarios de Mantega reflejan la frustración del gobierno brasileño luego de que los mercados cambiarios ignoraran su promesa de usar su fondo de riqueza soberano para debilitar al real.
Mantega aumentó paulatinamente la agresividad de sus comentarios sobre el real en los últimos meses, pero el gobierno se mostrado renuente a tomar medidas concretas. Aseguró que el país aún cuenta con un arsenal de instrumentos disponibles para debilitar al real, aunque no ofreció mayores detalles.
El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, también se ha manifestado preocupado por las políticas cambiarias de algunos países. En junio declaró ante el comité financiero del Senado que las medidas de China para evitar la apreciación de su moneda generan distorsiones en todo el planeta e impiden el reajuste de la economía mundial. En un comentario claramente dirigido a China, Geithner declaró la semana pasada que “es crítico que se vea más progreso por parte de los principales países emergentes hacia un manejo de la política cambiaria más flexible y orientada por el mercado”.
Pero no sólo Japón y China han sido criticados. Suiza también cayó en la redada. El Instituto de Finanzas Internacionales lanzó desde Washington la misma alerta que el FMI, pero a diferencia de este último dio nombre a los responsables. El director gerente del IFF, Charles Dallara, la emprendió contra China, Japón y Suiza. En Europa, Suiza es uno de los países que ha intervenido de forma unilateral para impedir la apreciación de su divisa.
Para evitar que estas políticas continúen, Dallara llamó a los países desarrollados y emergentes a debatir la posibilidad de un nuevo Acuerdo Plaza. Con este exhorto, hace referencia a un pacto realizado en 1985 entre los gobiernos y los bancos centrales de Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido y Francia, para intervenir conjuntamente con el fin de frenar la apreciación del dólar.
Otra de las propuestas en danza es la intervención del FMI. Los 187 ministros de los países miembros del organismo resolvieron otorgarle al FMI una nueva responsabilidad, la de árbitro y vigilante de las políticas de divisas en cinco mercados clave: Estados Unidos, China, Japón, Reino Unido y la eurozona. Los expertos del organismo evaluarán de las políticas cambiarias y su impacto en la actividad comercial mundial.
“Una de las misiones centrales del FMI es la de llevar a cabo una vigilancia rigurosa del sistema monetario internacional (...) el organismo multilateral debe reforzar su supervisión de las políticas cambiarias y las prácticas de acumulación de reservas”, señaló Geithner en su discurso ente el Comité Monetario y Financiero Internacional (IMFC), que es el principal órgano ejecutivo del organismo.
La preocupación por el tipo de cambio, principalmente en China, se ha intensificado, desplazando la discusión sobre los niveles salariales. La mayor competitividad china no se explica por salarios más bajos. Según el Banco UBS ("Prices and Earnings 2009"), los salarios en China no son menores que los que se pagan en muchos países latinoamericanos: los salarios por hora en Shanghái son similares a los de Santiago, Lima y Bogotá (3,90 dólares) y casi el doble de los de Ciudad de México (2.10 dólares).
Sin tratado de libre comercio, en 2004 los productores chinos desplazaron a los mexicanos como los segundos abastecedores del mercado estadounidense y desde 2007 son sus primeros abastecedores, por encima de los canadienses. Y esta ventaja se explica, en parte por los menores costos financieros, y en parte por un tipo de cambio muy favorable.
En China el Banco Central compra todo el excedente de divisas del mercado cambiario. Entre diciembre 2009 y junio 2010 el Banco Central chino compró 55 mil millones de dólares para llegar a 2,45 millones de millones de dólares de reservas internacionales. El tamaño de esas compras tiene que ver con la dimensión de la economía y de sus transacciones cambiarias. Otros países no tienen tanta capacidad de intervención, sin generar consecuencias inflacionarias.
Por consiguiente, y mientras China no de el brazo a torcer, deben esforzarse más y aguzar el ingenio. Si no se quiere perder competitividad aceleradamente, los déficits fiscales elevados deben ser desterrados y se debe hacer lo imposible para mejorar la productividad de la economía. También se pueden reducir los ingresos en divisas provenientes de alguna exportación abundante que tienda a revaluar la tasa de cambio, al estilo de lo que hizo Noruega en 1990 con el Fondo Gubernamental Petrolero. Esto fondo tiene como finalidad gerenciar los ingresos gubernamentales provenientes de las exportaciones petroleras del Mar del Norte.
Una última solución al problema podría ser el fomento de la competencia en los mercados de crédito con el fin de reducir las tasas de interés locales, de manera que las inversiones se financien con fondos del mercado local.
"Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez". Martin Luther King
Cómo enfrentar la guerra cambiaria internacional
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