27 de setiembre de 2010
El 20 de junio de 2002 el Banco Central (BCU) dejó de intervenir en el mercado para evitar la suba del dólar. Ese día el billete verde se operó entre bancos a precios de entre $ 18,20 y $ 20,25. En ese entonces, nadie imaginaba que ocho años después el precio de la moneda norteamericana estaría prácticamente en los mismos valores y con viso de seguir bajando.
¿Por qué hay quienes piensan que el precio del dólar podría seguir bajando?
Básicamente porque la oferta de dólares seguiría siendo superior a la demanda (o la demanda inferior a la oferta) y la capacidad del BCU o del gobierno de absorber esos dólares “sobrantes” está muy acotada. Esto es lo que ha pasado en los últimos años y es posible que siga ocurriendo.
Cuando el lunes 7 de junio el ministro de Economía y Finanzas, Fernando Lorenzo, anunció que esa cartera comenzaría a hacer efectiva una mayor participación en la compra de dólares, lo que llevaría a “un aumento del tipo de cambio real sobre la situación actual”, se generó cierta incertidumbre. Se pensó que el gobierno podía estar abandonando el sistema de flotación cambiaria que rige desde 2002 para pasar a una flotación administrada o, directamente, a un tipo de cambio fijo.
La incertidumbre se acentuó cuando, a la semana siguiente, el subsecretario de la cartera, Pedro Buonomo, declaró que el MEF tomaría “las acciones necesarias para llevar” al dólar a lo que se entiende es su valor de “equilibrio, entre $ 21 y $ 22”. Buonomo sostuvo que se abandonaría transitoriamente el objetivo de desdolarizar la economía.
Las contundentes declaraciones subsecretario produjeron un rápido incremento del tipo de cambio y dejaron una clara sensación de cambio de rumbo. El objetivo inflación parecía quedar subordinado al objetivo tipo de cambio. Sin embargo, el tiempo fue pasando y las intervenciones del BCU o del Ministerio de Economía en el mercado fueron escasas. El dólar volvió a su senda bajista.
La decisión del Comité de Política Monetaria del BCU del 23 de setiembre de subir 0,25% la tasa de política monetaria parecería haber dejado en claro que el objetivo inflación no estaba abandonado. En su comunicado el comité sostuvo que “las expectativas de inflación en el horizonte temporal relevante se mantienen por encima del rango comprometido de 4-6%” y, en función de ello, decidió elevar la tasa de interés...
Pese a las declaraciones del ministro Lorenzo respecto a que “no se van a consolidar esas tendencias descendentes que han estado caracterizando a la evolución del tipo de cambio en otros países de la región”, el mercado y los analistas tiene otra percepción. En prácticamente todos los países las monedas nacionales se están revaluando. Y ello es el resultado de la creciente confianza en la capacidad de sus economías de crecer con estabilidad. Este es el caso, no sólo de Uruguay, sino también de Brasil, Chile, Perú y Colombia en América del Sur.
Dado que este fenómeno parecería inevitable, resulta saludable que el gobierno haya optado por seguir en el camino de mantener la inflación controlada y no por el que han seguido países como Argentina o Venezuela de sostener el tipo de cambio pero descuidando la inflación, lo que el ex ministro argentino Domingo Cavallo llamó “revaluación por inflación”.
“Cuando se produce este tipo de revaluación monetaria la pérdida de competitividad es muy gravosa para la economía y termina alimentando expectativas de devaluación nominal (del tipo de cambio) que, cuando se manifiestan como demanda de dólares por fuga de capitales, terminan agravando el problema inflacionario”, señala Cavallo en un artículo publicado en el diario La Nación el 19 de setiembre.
"Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez". Martin Luther King
Un no a la revaluación por inflación
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