18 de agosto de 2010
El ministro de Economía, Fernando Lorenzo, disertó en la conferencia “El agro en los tiempos que vienen: Agrointeligencia”, organizada por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), la consultora Seragro y el diario El País.
Entre otros conceptos expresó que el gobierno estará atento a que no haya “desalineamientos” en el valor del dólar. También señaló que pudo haber habido algún problema de apreciación del peso por el atractivo que generaban las altas tasas en moneda nacional, pero que ello cambió con la nueva política que lleva adelante el gobierno. “El proceso de desdolarización es más pausado y es más armónico y está generando menos dificultades y menos tensiones”, indicó.
La breve reflexión del ministro al trillado tema del tipo de cambio puede haber pasado desapercibida para el común de los mortales, pero no para los analistas y el mercado. ¿Qué quiso decir Lorenzo con que el gobierno “estará atento a que no haya desalineamientos en el valor del dólar”? ¿Qué significa “alinear” el valor del dólar? ¿Y alinearlo a qué?
Al leer estas declaraciones se debe entender que hay una verdadera estrategia detrás para, de alguna manera, incidir sobre el tipo de cambio nominal (y, eventualmente, sobre el tipo de cambio real, aunque ello sea casi imposible en el largo plazo). Podría ser un cambio importante respecto a la política cambiaria en aplicación desde mediados de 2002. Por consiguiente, puede valer la pena tratar de entender qué podría haber detrás de las afirmaciones ministeriales.
¿Será un modelo parecido al aplicado en Argentina desde la salida de la convertibilidad? El modelo argentino es defendido a capa y espada por el ex presidente del Banco Central del vecino país, Martín Redrado, en su último libro “Sin reservas”(1). Redrado denomina “flotación administrada” al sistema por el cual el Banco Central, sin comprometerse con un determinado nivel de tipo de cambio, interviene para “morigerar las excesivas fluctuaciones cambiarias”, dando previsibilidad a todos los agentes...
Refiriéndose a la Argentina, Redrado argumenta que el país no está preparado todavía para grandes fluctuaciones en la cotización del dólar que socavarían la demanda de dinero, con el riesgo de disparar un espiral de devaluación-inflación. Para Redrado “aprender a vivir con mayores fluctuaciones cambiarias en un proceso de largo plazo”.
El economista argentino utiliza también como argumento para defender su particular política de flotación sucia las consecuencias que la libertad cambiaria irrestricta podría generar en el frente externo. Cita como ejemplos los casos de Chile, Brasil y Suiza, donde una burbuja cambiaria terminó obligando a las autoridades monetarias a intervenir en el mercado de divisas. “Sucesivas rondas de masivos ingresos de capitales no hicieron más que alentar expectativas de apreciación, estimulando una excesiva expansión del gasto y del crédito que terminó siendo perniciosa para la economía”, señala.
Países como Argentina que aplican la “flotación administrada” son pocos. Como Redrado lo señala en su obra, el sistema requiere una perfecta coordinación de la política fiscal, la política salarial, la de ingresos, la de competencia y la política monetaria. Comprar los dólares necesarios (que pueden ser muchos) para que el tipo de cambio no se aprecie excesivamente cuando hay ingreso de capitales requiere de un superávit fiscal o de una capacidad de endeudamiento en moneda local a tasas bajas, factores que no siempre están presentes. Sin estos complementos, la “flotación administrada” es impracticable, ya que se traduciría en mayor inflación o en elevadas tasas, que no harían más que agudizar el problema que se intenta combatir.
Durante los primeros años post convertibilidad Argentina disfrutó de un elevado superávit de las cuentas públicas compatible con la política cambiaria redradista. Pero, a medida que el superávit fue adelgazando, surgió la inflación.
Redrado intentó mantener un tipo de cambio “alineado al equilibro general de la economía”. Durante algún tiempo lo logró, pero hoy el equilibro se logra con una mayor suba de los precios. Algo similar ocurriría en Uruguay si el gobierno, sin superávit en sus cuentas, decidiera sostener el valor del dólar mientras persiste el ingreso de divisas. El sistema de “metas de inflación” que rige desde hace varios años es incompatible con la “flotación administrada” sin la perfecta coordinación de políticas, que hoy no existe.
(1) Redrado, Martín (2010). Sin reservas. Un límite al poder absoluto. Editorial Planeta. Buenos Aires.
"Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez". Martin Luther King
El modelo Redrado
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