6 de octubre de 2008
En las ciencias sociales y empresariales se habla mucho de “zona de confort”. Se la define como el conjunto de creencias, hábitos, paradigmas y conceptos a los que las personas se acostumbran y fuera de los cuales comienzan a sentirse incómodas. En cualquier nivel socioeconómico puede haber gente en zona de confort. También hay países pobres que están en una zona de confort y países ricos que no lo están.
Hay un cuento sobre una persona pobre que estaba en su zona de confort y, al salirse, pasó a ser rico. Es el “cuento de la vaquita”. Un hombre, que a pesar de vivir en la pobreza, estaba en su zona de confort. Años después, ese hombre se enriquece y alguien le pregunta cómo hizo para mejorar. Respondió que antes tenía una vaquita que, al caer por un barranco y morir, se vio obligado a desarrollar otras habilidades que no sabía que tenía. Así alcanzó el éxito y la riqueza.
Uruguay es un país que, hasta ahora estaba en su zona de confort. Su vaquita eran las materias primas.
De alguna manera da la sensación de que el país había alcanzado esa zona de confort y allí estaba muy cómodo. Se sabe que permanecer en zona de confort no es positivo, ya que dejar de crecer es sinónimo de comenzar a perecer. Una zona de confort no es más que un descanso, un escalón, pero siempre hay otros escalones que subir.
Los últimos acontecimientos económicos parecen indicar que se está saliendo de la zona de confort. Uno de los datos que ponen en evidencia ello es la creciente pérdida de competitividad. El indicador de tipo de cambio real que elabora el Banco Central (BCU) ha venido mostrando un sistemático deterioro desde enero de 2004 y se encuentra ya al nivel de diciembre de 2001, previo a la crisis argentina.
Con Brasil, principal socio comercial del país, se llegó un pico de competitividad en julio de 2007 y luego se inició un lento deterioro. Los movimientos de los últimos días no hacen más que confirmar la preocupación. El dólar en el vecino país aumentó más de un 30% desde fines de julio, mientras que en Uruguay lo hizo apenas un 11%. El grado de dolarización de la economía uruguaya hace que los cambios bruscos en el tipo de cambio sean dañinos, más que en países menos dolarizados como Brasil.
La zona de turbulencias empezó. Habrá que andar con los cinturones de seguridad ajustados hasta que se apaguen las señales de emergencia.
"Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez". Martin Luther King
Abróchense los cinturones
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