19 de mayo de 2008
La situación en la Argentina está empezando a preocupar. La alta inflación, los conflictos con el sector agropecuario, la escasez de energía y, más recientemente, la baja en la calificación de la deuda soberana por la calificadora Standard & Poor’s, son algunos de los elementos que abonan las preocupaciones.
Consultado al respecto, el ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori, señaló que en el MEF no tienen indicios de una alteración significativa en la economía del vecino país, aunque reconoció que se monitorea lo que sucede desde el otro lado del Río de la Plata “minuto a minuto”.
Agregó que, si efectivamente sucediera una alteración, la economía uruguaya está muy bien preparada, “mucho mejor que en 2001, desde todo los puntos de vista que se puedan imaginar”.
La verdad es que cuesta creer que el MEF esté siguiendo “minuto a minuto” lo que sucede en Argentina. También cuesta creer que la economía uruguaya no se vaya a ver afectada ante un eventual desbarranque de la economía del vecino país. Las declaraciones del ministro son similares a las que hicieran otros ministros en otras épocas, que intentaron hacerle creer a la población que todo estaba tranquilo en la región o que Uruguay no se vería afectado por los terremotos, aunque terminara ocurriendo todo lo contrario.
Decir que la situación argentina se sigue “minuto a minuto” o que la economía uruguaya está prácticamente inmune a lo que suceda al otro lado del río es menospreciar la inteligencia uruguaya. Lo único cierto es que hoy el sistema financiero local es más sólido que el de 2001 y que no depende tanto de los depositantes argentinos. Pero, si allende el Plata hubiera problemas, no hay ninguna duda de que la marea llegará a la costa oriental.
Si bien en 2001 el 24% de las exportaciones tenía como destino Argentina, hoy ese porcentaje es un no poco despreciable 13%. Una debacle como la de entonces provocaría un descenso en el Producto Bruto Interno (PBI) uruguayo del entorno del 5%; una crisis de menor magnitud repercutiría en un 3%.
Un escenario probable en el mediano plazo en Argentina es el de la llamada “estanflación”, estancamiento con inflación. La falta de crédito bancario seguramente sea lo que conduzca al enlentecimiento de la economía. Pero, cuando el motor argentino se apague se deberá prender algún otro. Lamentablemente, ese motor (nuevos mercados, nuevas inversiones extranjeras) aún no está instalado.
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