Paracaídas se necesita

14 de abril de 2008

Durante muchísimos años el dólar fue una manzana verde que desafió la ley de la gravedad. Cuenta la leyenda que a Sir Isaac Newton (1643-1727) se le abrió la idea de la gravitación a raíz de la caída de una manzana, cuando se hallaba sentado meditando. Se dice que pensó para sí ¿por qué tiene que caer la manzana siempre perpendicularmente al suelo? ¿Por qué no cae hacia arriba o hacia un lado, y no siempre hacia el centro de la Tierra?

Hasta hace unos años el dólar en Uruguay siempre “caía” hacia arriba. Pero, desde mediados de 2004 no ha dejado de caer “hacia abajo”. Luego de un breve intento, a principios de año, de sostener su precio, daría la impresión de que la autoridad monetaria ha decidido hacer menos esfuerzos para ponerle un piso a la divisa verde. Desde entonces, la caída se aceleró.

La población se encuentra desconcertada. Quienes tienen ahorros se preguntan qué hacer: si quedarse en dólares, o pasarse a pesos o a alguna otra moneda como el euro. Los empresarios, sobre todo aquellos que exportan o compiten con productos importados, esperan ansiosos el fin de esta caída libre, ya que prácticamente han perdido toda capacidad de competir.

Es muy probable que el dólar termine el 2008 con una baja de entre 10 y 15%, lo que hace muy atractiva cualquier inversión en otras monedas. Quien haya comprado Letras de Regulación Monetaria a 365 días a principios de año, terminará con una rentabilidad promedio de 10,35% anual en pesos que, medida en dólares, podría llegar a ser entre un 23 y un 30% anual.

Para los empresarios, el año finalizará con una suba promedio de los costos en dólares del entorno del 25%. A esta suba hay que sumarle la del año pasado -de casi 31%- y las de los años anteriores. Entre diciembre de 2001 y diciembre de 2008 los costos de los insumos empresariales medidos en dólares habrán subido más de un 100%. Parece difícil que se pueda sostener una situación de esta naturaleza por mucho tiempo más. Se requiere un paracaídas que frene la baja del dólar. Por ejemplo, un superávit fiscal que permita comprar sin necesidad de emisión. Infelizmente, esta salida parece lejana.

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