31 de marzo de 2008
Con unos amigos estamos tratando de organizar un viaje a Buenos Aires para confraternizar con ex compañeros de clase que residen en la vecina orilla. Email va, email viene. La semana pasada uno de los amigos argentinos nos escribió: “Si llegan a venir, aprovechen para traerse algunos cattivellis y un par de kilos de asado, que acá ya no se consigue nada. El almuerzo y la reunión familiar de Pascua terminó siendo con patys. Lamentable en un país como el nuestro.”
Sí, francamente da pena que una nación tan grande como la Argentina esté padeciendo problemas de abastecimiento de carne. Por las distintas restricciones impuestas a la exportación de carne y el creciente aumento del consumo interno (con casi 68 kilos per cápita al año, es el principal país consumidor del mundo), la Argentina perdió su lugar como el principal exportador de este producto.
En 2007 la Argentina exportó 525.000 toneladas de carne y este año no podrá exportar más de 480.000. El último año el comercio mundial de carnes sumó 7,5 millones de toneladas (con un crecimiento inédito del 6% anual) y Brasil acaparó el 32% de ese total.
Europa parece no tener intención de ser un gran exportador de carnes como lo fue en las décadas del 80 y 90: en 2007 sólo exportó 175.000 toneladas. Estados Unidos quiere volver al ruedo, con ventas actuales por 650.000 toneladas. La autoexclusión argentina favoreció el ascenso de la India, hoy tercer exportador mundial de carnes. Hoy Argentina exporta lo mismo que Nueva Zelanda, un país del tamaño de Santa Cruz. Uruguay vende un poco menos (unas 450.000 toneladas), pero concentra su producción en una superficie similar a la de la provincia de Córdoba.
Esta distorsión de la ganadería argentina tiene su origen a fines de 2005, cuando se prohibió la faena de terneros de kilaje considerado bajo. A ello le siguió la sanción del registro de operaciones de exportación, que funciona como licencias para vender al exterior. En 2006 se prohibió temporalmente la exportación, prohibición que fue seguida por la cuotificación.
Hay analistas que estiman que, si estas políticas siguen en vigor, el país vecino podría llegar a transformarse en importador de carnes vacunas. Parece realmente insólito.
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